domingo, 16 de agosto de 2015

PROMESAS Y POBREZAS


A la vista de las próximas Elecciones Generales, que se celebrarán en el mes de noviembre, las y los candidatos al Gobierno proliferan un elenco de promesas, entre las que destaca, la reducción de la pobreza, haciendo especial hincapié en la pobreza infantil y la pobreza severa.

Me resultan un tanto incongruentes este tipo de proposiciones, porque, cada vez que se pone en marcha una medida para paliar la pobreza extrema, como la apertura de un comedor escolar en verano,  o una recogida masiva de alimentos –sin entrar a valorar su gestión, tema que probablemente, ocuparía otra entrada de blog; significa, que se han hecho mal los deberes en materia de empleo, de protección por desempleo, en materia de vivienda, de educación, de sanidad, de programas de rentas básicas, de atención a la dependencia y de servicios sociales en general.

Detrás de la pobreza absoluta, entendida esta como la ausencia de bienes de carácter básico, hay una serie de situaciones que las familias han venido sufriendo una tras otra: pérdida del empleo, incapacidad de afrontar los pagos de la hipoteca o del alquiler de la vivienda, incapacidad para afrontar pagos de bienes básicos como la electricidad, el agua o los medicamentos, reducción de la cuantía de la prestación por desempleo, término de dicha prestación, reducción de las cuantías para personas dependientes, embargo de cuentas por impago de impuestos o préstamos, y en el peor de los casos, pérdida de la vivienda e incapacidad para afrontar la cobertura de la necesidad de alimentación. 

La pobreza extrema no es el único tipo de pobreza que hay que paliar, porque, en cualquiera de los estadios antes mencionados en que se encuentra una familia, ya existe pobreza y es necesaria la adopción de medidas en cualquiera de ellos para evitar llegar al último eslabón de la cadena.

Tipos de pobreza

La pobreza es un fenómeno amplio y complejo, y en su aparición inciden multitud de factores, y no solo factores de tipo monetario.  Para medir la pobreza, hay que tener en cuenta el tipo de sociedad que estamos estudiando: su economía, sus necesidades, su cultura...   Para medir la pobreza de la sociedad occidental, es necesario considerar indicadores tales como la existencia de oportunidades de empleo en el entorno, el acceso a las prestaciones del sistema, la tenencia, el estado y la ubicación de la vivienda, las características del entorno en el que se ubica, la existencia de otros factores de riesgo (barrio deprimido, tráfico de drogas, etc.),  el nivel de instrucción de las familias, las fortalezas y debilidades de cada hogar, el acceso a la sanidad, el género, la existencia o no de discapacidades, etc.  Con lo cual, atendiendo a estos factores, la simple carencia de recursos económicos propios pueden no ser sinónimo de pobreza, si existen factores de protección tales como redes sociales de apoyo amplias y sólidas,  la cualificación profesional, la salud, disponibilidad de ahorro o acceso a crédito, posibilidad de acceso a prestaciones, etc. 

El Instituto Nacional de Estadística, en su documento “La pobreza y su medición”, establece los siguientes tipos de pobreza, en función de diferentes criterios:

1. POBREZA OBJETIVA. Se trata de un enfoque imparcial, que contempla dos tipos de pobreza:

1.1. Pobreza absoluta. Se define como la situación en la cual no están cubiertas las necesidades     básicas del individuo. Está fuertemente relacionada con la miseria y podría utilizarseeste  baremo en todas las sociedades.

1.2.Pobreza relativa. Desde esta perspectiva, se considera que una persona es pobre cuando se encuentra en una situación de clara desventaja, económica y social, respecto al resto de personas de su entorno. Esta concepción de la pobreza está ligada a la noción de desigualdad y este criterio no es igual para todas las sociedades.

2. POBREZA SUBJETIVA. Utiliza la visión que los propios individuos u hogares tienen acerca de su situación.

3. PRIVACIÓN MULTIDIMENSIONAL. Este concepto está vinculado estrechamente con la exclusión social y está relacionado con la privación o falta de acceso a ciertos bienes y servicios, considerados necesarios por la sociedad, pudiendo ser o no de primera necesidad.

El compromiso político para el mantenimiento del Estado de Bienestar

Por tanto, es importante tener en cuenta las múltiples dimensiones de la pobreza y no enfocar la intervención social únicamente en el asistencialismo. Las y los trabajadores sociales hemos experimentado un retroceso importante en nuestra forma de intervenir, que ha venido dada por la urgente necesidad de hacer frente a situaciones de pobreza extrema. Hemos tenido que adoptar un modelo de intervención más asistencialista y menos preventivo, aunque desde nuestro quehacer diario, nos esforzamos por impulsar las fortalezas y oportunidades de las personas, reduciendo sus debilidades y sus amenazas. Utilizamos modelos de intervención individualizados, a favor de mejorar las situaciones particulares de las personas y las familias. Utilizamos modelos de intervención comunitaria, conscientes de la importancia del papel de un entorno saludable y de las redes sociales de apoyo como medida del incremento del bienestar social y prevención de la pobreza. Y utilizamos modelos de intervención social, mediante la defensa de un sistema público de Servicios Sociales, es decir, defendemos lo público frente a la privatización de los recursos, como garantía de igualdad de acceso a los servicios básicos. Pero los objetivos que nos fijamos en cada intervención, son de imposible cumplimiento, si no se adoptan compromisos políticos que garanticen a los ciudadanos la salud, el acceso a la educación como medida de prevención de la pobreza futura, las pensiones, medidas de apoyo para el acceso a una vivienda digna,  recursos sociales de atención a la dependencia, la conciliación de la vida laboral y familiar y como no, la protección social ante el desempleo; porque el empleo es uno de los factores más importante que permite a los ciudadanos llevar una vida normalizada y evitar que cada una de las situaciones antes mencionadas desemboque en pobreza absoluta. El empleo digno y no precario. Cifras verdaderas de creación de trabajo y no disfrazadas. El empleo estable. Es necesario, pues, que nuestros políticos no solo prometan, sino que se comprometan a garantizar la intervención en todos los estadios de la pobreza y a evitar el desmantelamiento del Estado de Bienestar, asegurando los cuatro pilares que lo sustentan: Educación, Salud, Pensiones y Servicios Sociales y trabajando por construir nuevas bases: el empleo, la igualdad de oportunidades o la redistribución de la riqueza.


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