A
la vista de las próximas Elecciones Generales, que se celebrarán en el mes de
noviembre, las y los candidatos al Gobierno proliferan un elenco de promesas, entre
las que destaca, la reducción de la pobreza, haciendo especial hincapié en la
pobreza infantil y la pobreza severa.
Me
resultan un tanto incongruentes este tipo de proposiciones, porque, cada vez
que se pone en marcha una medida para paliar la pobreza extrema, como la
apertura de un comedor escolar en verano, o una recogida masiva de alimentos –sin entrar
a valorar su gestión, tema que probablemente, ocuparía otra entrada de blog; significa,
que se han hecho mal los deberes en materia de empleo, de protección por
desempleo, en materia de vivienda, de educación, de sanidad, de programas de
rentas básicas, de atención a la dependencia y de servicios sociales en
general.
Detrás
de la pobreza absoluta, entendida esta como la ausencia de bienes de carácter
básico, hay una serie de situaciones que las familias han venido sufriendo una
tras otra: pérdida del empleo, incapacidad de afrontar los pagos de la hipoteca
o del alquiler de la vivienda, incapacidad para afrontar pagos de bienes
básicos como la electricidad, el agua o los medicamentos, reducción de la
cuantía de la prestación por desempleo, término de dicha prestación, reducción
de las cuantías para personas dependientes, embargo de cuentas por impago de
impuestos o préstamos, y en el peor de los casos, pérdida de la vivienda e
incapacidad para afrontar la cobertura de la necesidad de alimentación.
La
pobreza extrema no es el único tipo de pobreza que hay que paliar, porque, en
cualquiera de los estadios antes mencionados en que se encuentra una familia, ya
existe pobreza y es necesaria la adopción de medidas en cualquiera de ellos para
evitar llegar al último eslabón de la cadena.
Tipos de pobreza
La
pobreza es un fenómeno amplio y complejo, y en su aparición inciden multitud de
factores, y no solo factores de tipo monetario.
Para medir la pobreza, hay que tener en cuenta el tipo de sociedad que
estamos estudiando: su economía, sus necesidades, su cultura... Para medir la pobreza de la sociedad
occidental, es necesario considerar indicadores tales como la existencia de
oportunidades de empleo en el entorno, el acceso a las prestaciones del sistema,
la tenencia, el estado y la ubicación de la vivienda, las características del
entorno en el que se ubica, la existencia de otros factores de riesgo (barrio
deprimido, tráfico de drogas, etc.), el
nivel de instrucción de las familias, las fortalezas y debilidades de cada
hogar, el acceso a la sanidad, el género, la existencia o no de discapacidades,
etc. Con lo cual, atendiendo a
estos factores, la simple carencia de recursos económicos propios pueden no ser
sinónimo de pobreza, si existen factores de protección tales como redes
sociales de apoyo amplias y sólidas, la
cualificación profesional, la salud, disponibilidad de ahorro o acceso a
crédito, posibilidad de acceso a prestaciones, etc.
El
Instituto Nacional de Estadística, en su documento “La pobreza y su medición”,
establece los siguientes tipos de pobreza, en función de diferentes criterios:
1. POBREZA OBJETIVA. Se trata de un enfoque imparcial, que contempla dos tipos de pobreza:
1. POBREZA OBJETIVA. Se trata de un enfoque imparcial, que contempla dos tipos de pobreza:
1.1. Pobreza absoluta. Se define como la situación en la
cual no están cubiertas las necesidades básicas del individuo. Está fuertemente
relacionada con la miseria y podría utilizarseeste baremo en todas las
sociedades.
1.2.Pobreza relativa. Desde esta perspectiva, se
considera que una persona es pobre cuando se encuentra en una situación de
clara desventaja, económica y social, respecto al resto de personas de su
entorno. Esta concepción de la pobreza está ligada a la noción de desigualdad y
este criterio no es igual para todas las sociedades.
2. POBREZA SUBJETIVA. Utiliza la visión que los
propios individuos u hogares tienen acerca de su situación.
3. PRIVACIÓN MULTIDIMENSIONAL. Este concepto está vinculado
estrechamente con la exclusión social y está relacionado con la privación
o falta de acceso a ciertos bienes y servicios, considerados necesarios
por la sociedad, pudiendo ser o no de primera necesidad.
El compromiso político para el mantenimiento del Estado de Bienestar
Por
tanto, es importante tener en cuenta las múltiples dimensiones de la pobreza y
no enfocar la intervención social únicamente en el asistencialismo. Las y los
trabajadores sociales hemos experimentado un retroceso importante en nuestra
forma de intervenir, que ha venido dada por la urgente necesidad de hacer
frente a situaciones de pobreza extrema. Hemos tenido que adoptar un modelo de
intervención más asistencialista y menos preventivo, aunque desde nuestro
quehacer diario, nos esforzamos por impulsar las fortalezas y oportunidades de
las personas, reduciendo sus debilidades y sus amenazas. Utilizamos modelos de
intervención individualizados, a favor de mejorar las situaciones particulares
de las personas y las familias. Utilizamos modelos de intervención comunitaria,
conscientes de la importancia del papel de un entorno saludable y de las redes
sociales de apoyo como medida del incremento del bienestar social y prevención
de la pobreza. Y utilizamos modelos de intervención social, mediante la defensa
de un sistema público de Servicios Sociales, es decir, defendemos lo público
frente a la privatización de los recursos, como garantía de igualdad de
acceso a los servicios básicos. Pero los objetivos que nos fijamos en cada
intervención, son de imposible cumplimiento, si no se adoptan compromisos
políticos que garanticen a los ciudadanos la salud, el acceso a la educación
como medida de prevención de la pobreza futura, las pensiones, medidas de apoyo
para el acceso a una vivienda digna,
recursos sociales de atención a la dependencia, la conciliación de la
vida laboral y familiar y como no, la protección social ante el desempleo;
porque el empleo es uno de los factores más importante que permite a los
ciudadanos llevar una vida normalizada y evitar que cada una de las situaciones
antes mencionadas desemboque en pobreza absoluta. El empleo digno y no
precario. Cifras verdaderas de creación de trabajo y no disfrazadas. El empleo
estable. Es necesario, pues, que nuestros políticos no solo prometan, sino que
se comprometan a garantizar la intervención en todos los estadios de la pobreza
y a evitar el desmantelamiento del Estado de Bienestar, asegurando los cuatro
pilares que lo sustentan: Educación, Salud, Pensiones y Servicios Sociales y
trabajando por construir nuevas bases: el empleo, la igualdad de oportunidades
o la redistribución de la riqueza.
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