martes, 11 de octubre de 2016

Los nuevos pobres van en Mercedes


Es muy probable que en cualquier reunión de amigos se hable del tema de la crisis económica. Y en casi todas las ocasiones, se ha entrado a juzgar la labor de los profesionales que nos dedicamos a valorar situaciones problema y proponer la concesión de determinados tipos de ayuda.  La ayuda más visual y que más adeptos a prestarla ha ganado, es la ayuda de alimentos en especie. Con toda probabilidad, las entidades y profesionales no hemos hecho el suficiente esfuerzo para preservar la intimidad de los usuarios, fomentándose así el número de críticas que a diario recibimos. Las afirmaciones del tipo “ustedes le dan alimentos a quien no los necesita”, está a la orden del día,  por no mencionar la del tipo “he visto a gente ir a recoger la compra en un Mercedes”.

La pobreza, ¿cuestión de imagen?

Y es que parece que la pobreza sigue siendo una cuestión de imagen. Estamos acostumbrados a imaginarnos a los pobres con las ropas rasgadas, sucias, con falta de higiene, analfabetos y por supuesto, inferiores. No. Los nuevos pobres han sido personas, generalmente de clase media, que han vivido de su rentas salariales, han adquirido o construido una vivienda con esfuerzo, abonando sus impuestos, pagando sus facturas, que han tenido la posibilidad de estudiar, que también iban de vacaciones y por qué no, los hubo que incluso se compraron un Mercedes. Personas y familias que, conforme a las posibilidades de la época, fueron construyendo su vida.

Por supuesto, existen igualmente casos en los que se precisa una intervención más especializada dirigida a cambiar hábitos económicos. Una intervención dirigida a priorizar los gastos y llevar a cabo una buena economía familiar, formando esto parte de la intervención social previamente planificada.  Eso es cosa nuestra: asesorar y acompañar a las familias en el proceso de cambio, desmantelando valores del tipo “tanto tienes, tanto vales”, muy arraigado en nuestra sociedad, incluso valorando la situación de si el beneficio de vender "el Mercedes"  compensa los costos que supone la falta de movilidad en una isla con una geografía como la nuestra, con un coste elevado del transporte público y servicios limitados.

El umbral de la pobreza y la planificación social

Es muy delgada la línea que separa la pobreza del bienestar. Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del año 2015, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, el umbral de la pobreza en hogares de una persona se sitúa en 8.011 euros anuales y en hogares de dos adultos y dos niños, en 16.823. Probablemente conozcamos a mucha gente que vive por debajo de ese umbral, si acaso no se sitúa usted mismo en él. La pérdida sustancial de sueldo por reajustes en la empresa, la pérdida del empleo, el género (la pobreza tiene nombre de mujer), el régimen de tenencia de la vivienda, el agotamiento de prestaciones sociales, el desempleo de larga duración, la baja cualificación profesional, la pérdida de la salud, la existencia de personas dependientes en el hogar, ser familia monoparental, o la escasez  de redes sociales de apoyo son algunos de los factores de riesgo de la pobreza.

En función de la realidad de cada municipio y teniendo en cuenta datos de este tipo, los ayuntamientos elaboran baremos u ordenanzas reguladoras de prestaciones. Aquí los trabajadores sociales hacemos un análisis de toda la situación problema, proponiendo la concesión de una ayuda en caso de cumplimiento de dichos índices, pero iniciando, a la par, el complejo proceso de intervención, orientado hacia el cambio. Este proceso puede estar enfocado en la mejora de la economía familiar, pero también en la mejora de la formación, adquisición de habilidades para el empleo,  cuidado de la salud, o fomento de la participación comunitaria como medida de fortalecimiento o creación de nuevas redes sociales de apoyo.

Derechos y defensa de las profesiones

Las entidades y los profesionales no somos prestadores de caridad. Somos piezas clave en el cumplimiento de derechos y la justicia social. Y aunque muchos afirmen poder hacer nuestro trabajo mejor que nosotros, solo los profesionales sabemos desempeñar el Trabajo Social, y llevar a cabo los métodos y técnicas que lo componen. Sabemos lo que hacemos y estamos formados para interpretar e intervenir en la compleja realidad social, dinámica y cambiante.

En una sociedad en la que todos sabemos de Medicina, todos de Psicología, todos de enseñanza  y  todos de intervención social, debemos  hacer visibles nuestras buenas prácticas y defender nuestras profesiones. 

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